lunes, 8 de febrero de 2010

La burbuja de la confianza

Tras leer el post "La mercantilización del Social Media pasa factura" en el blog de Albert García Pujadas he decidido evaluar el impacto negativo que la presencia propia de las marcas podría tener en lo que denominamos Social Media. Impacto desde la perspectiva de los usuarios/consumidores y desde la de los propios anunciantes.

Los medios sociales son un entorno en el que las personas compartimos, conversamos, opinamos, investigamos, etc. ¿Pero qué? Pues compartimos fotos, vídeos, noticias, información, etc. Conversamos alrededor de estos contenidos e incluso damos nuestra opinión. Todo gira alrededor del contenido, sea nuestro o de otro, y del grado de confianza, ya que no opinaré de igual forma en el Muro de un amigo (de verdad) en Facebook que en el post del Blog Profesional que puedo estar siguiendo.

En su origen, las redes sociales eran un espacio exclusivo para las personas. Era un espacio virtual más en el que poder compartir todo aquello que no podíamos hacer por la distancia, la falta de tiempo, la imposibilidad de coordinar a todos tus amigos, etc.

Hoy en día, ya no estamos solos. La proliferación del número de marcas que están presentes en las redes sociales es inmenso. Desde espacios propios en forma de blog corporativo o Fan Page en Facebook hasta grupos creados por los propios usuarios de sus productos. El precio del metro cuadrado en los Social Media está subiendo rápidamente y corremos el riesgo de vivir una nueva burbuja: "burbuja de confianza".

¿Qué es la confianza para mí? Algo/alguien de lo que me puedo fiar. Así de simple. El problema es que algunas veces te encuentras con dos informaciones completamente enfrentadas procedentes de dos fuentes "supuestamente" de tu confianza. ¿Cómo hemos llegado a eso?

Cada uno tenemos nuestra red de amistades/contactos/fuentes que sobrevuela el océano de información que es Internet. Cada uno tiene su propia percepción que la traduce en una opinión/recomendación que me llega a mí. Al final, todo se reduce al mítico juego que jugábamos de pequeños en el que yo te decía un mensaje al oído, tú al siguiente y así sucesivamente. Es algo así, pero elevado a la enésima.

Entonces, ¿en quién confío?

Otro hecho importante es que las marcas forman parte de nuestro ecosistema digital. Esto tiene obviamente sus cosas positivas: proximidad, interactividad, rapidez de información, etc. Pero, para muchos puede suponer un déficit de confianza. Y no ya sólo en el mensaje de las marcas, sino en el de sus amistades/contactos/fuentes que tienen en su ADN digital algún cromosoma procedente de ellas.

Lo que parecía un entorno social, exclusivo de nosotros, se puede convertir en un gran bazar de conversaciones. Siguiendo con el manifiesto de Cluetrain, con el que estoy completamente de acuerdo, hemos de cuidar (personas y marcas) muy mucho nuestras conversaciones: dónde se producen y quién las escucha y reproduce. Es un problema fundamentalmente de actitud. Si no, corremos el riesgo de una nueva explosión y una bancarrota total de la confianza.

Nota final: para nada estoy en contra de la presencia de las marcas en los Social Media, pero hemos de ser cautos en el objetivo, la estrategia y la forma de desarrollarla.

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